Significado de ser propiedad
El concepto de propiedad en el contexto de las relaciones de dominación y sumisión (D/s) dentro del BDSM es una faceta que despierta tanto intriga como malentendidos entre quienes no están inmersos en este mundo. Desde mi perspectiva como dominante, la noción de tener «propiedad» sobre un sumiso trasciende la comprensión superficial de posesión para adentrarse en un terreno de confianza, compromiso y responsabilidad mutua profundamente arraigados.
Entendiendo la propiedad en BDSM
En la esencia de una relación D/s, el acuerdo de propiedad entre un dominante y su sumiso es un pacto sagrado. Es una decisión consciente del sumiso de entregarse, de renunciar a ciertos grados de libertad, no por coacción, sino por un deseo profundo de ser guiado, controlado y cuidado. Esta entrega es el resultado de una comunicación abierta y un entendimiento mutuo del deseo del sumiso de pertenecer, de ser poseído en el sentido más completo y consensual del término.
La decisión de cuántos sumisos tengo bajo mi cuidado recae en mí, fundamentada en la honestidad y en acuerdos claramente establecidos que pueden incluir la exclusividad. Estos acuerdos delinean no solo el alcance de mi control, sino también los límites que respetan aspectos de la vida del sumiso que quedan fuera de la relación D/s, como las responsabilidades laborales y familiares. Es un equilibrio delicado donde el control y el cuidado coexisten con el respeto por la individualidad del sumiso.
Comunicación y evolución constante
La relación D/s es inherentemente dinámica, evolucionando con el tiempo y requiriendo una revisión periódica de los acuerdos para adaptarse a los cambios en nuestras vidas y en nuestra dinámica. La comunicación constante es vital para mantener la salud y la seguridad emocional de la relación, especialmente dado el nivel de dependencia que se desarrolla. La honestidad y la sinceridad son piedras angulares, ya que cualquier manipulación o infidelidad puede tener consecuencias devastadoras.
Responsabilidades del dominante
Aceptar a un sumiso como mi propiedad implica un compromiso serio de mi parte para escuchar, guiar y cuidar de él o ella. Más allá de las sesiones de juego, se establece un vínculo de dependencia bidireccional, donde tanto yo como mi sumiso llegamos a necesitarnos mutuamente en varios niveles. Este nivel de compromiso y entrega, que abarca el cuerpo, la mente y las emociones del sumiso, es profundo y debe ser abordado con la seriedad y el respeto que merece.
La libertad dentro de la dependencia consensuada
Ser propiedad de un dominante y aceptar esa entrega total no es una decisión trivial, es un camino lleno de desafíos y conflictos, pero también de crecimiento y satisfacción. En esta dinámica de poder consentida, la recompensa para ambos, dominante y sumiso, es una libertad y satisfacción que solo pueden ser alcanzadas a través del compromiso total con la relación.
La propiedad en una relación D/s es una danza compleja de control, confianza y compromiso. Como dominante, asumo la responsabilidad de esta dinámica con un profundo sentido del deber, entendiendo que la verdadera esencia de la dominación y la sumisión reside en el corazón de la conexión emocional y el respeto mutuo que compartimos. Así como es necesario que ambas partes se cuiden, respeten y se comprendan desde un sentido bidireccional.