La interrogante sobre la autenticidad en el ámbito de la dominación femenina a menudo surge de la comparación con la imagen arquetípica de la Dómina promovida en ilustraciones, videos y redes sociales. Esta representación estandarizada y, a menudo, alejada de la realidad, dista mucho de lo que experimentamos aquellos que participamos en la Dominación Femenina (FemDom) de manera no profesional. La verdadera esencia de la FemDom, cuando se integra en una relación o se participa en juegos sexuales sanos y compartidos con sensatez, se aparta significativamente de la visión a veces exagerada de la Dominación Profesional.
Personalmente, no poseo esas botas imponentes ni ese látex que esculpe el cuerpo de manera tan sensual, tan comunes en las representaciones que idolatran. Mi realidad no incluye ese tipo de atuendos de cuero que tanto fascinan. Aunque estos elementos pueden realzar la experiencia y estimular a ambos participantes, facilitando la inmersión en el rol, no son imprescindibles. Lo realmente fundamental, lo que jamás debe faltar, es la ACTITUD.
La actitud autoritaria es el verdadero y único requisito indispensable de la FemDom.
Contrario a algunas opiniones encontradas en diversos blogs, sostengo que no son las prácticas las que definen a una Ama, sino su actitud y sus preferencias personales. Si cada sesión se limitara a repetir las mismas acciones, como azotar, humillar o someter a lluvias doradas, ello no solo me resultaría monótono, sino que también agotaría mi creatividad y condicionaría la dinámica de la relación. Es importante considerar, especialmente si el sumiso es una pareja o alguien con quien se mantiene una relación estable, la necesidad de innovar y sorprender constantemente para evitar la rutina y el desgaste emocional.
Cada encuentro es una oportunidad para el sumiso de evaluarnos, aunque su entrega parezca incondicional y sincera. El sumiso es sensible a nuestra actitud hacia él, nuestra autenticidad en el juego y nuestra capacidad para sorprender y desafiar sus expectativas. La percepción del sumiso sobre estos aspectos influirá significativamente en su disposición a entregarse plenamente en el juego o incluso en la relación.
Por ello, la sinceridad es fundamental. Si ciertas prácticas no me agradan o me hacen sentir incómoda, simplemente no las realizaré. Sin embargo, estoy abierta a explorar y evolucionar junto con mi pareja, permitiendo que intereses previamente inexistentes puedan despertar con el tiempo. Es crucial permitirnos vivir nuestro rol y nuestras emociones sin restricciones, más allá de las meras apariencias.
La Dominación Femenina trasciende del atrezzo y las prácticas específicas para convertirse en una expresión de la sexualidad y, más allá de eso, una forma de relación donde la mujer prioriza su placer, voluntad y deseo, sin ignorar las necesidades de su pareja. La verdadera dominación no se ve mermada por la falta de interés en ciertas prácticas; se enriquece con la comprensión y la potenciación de los deseos propios y los del sumiso, en una dinámica de respeto y atención mutua.