Dialogué con un sumiso, al que animé a compartir sus reflexiones sobre cómo vive su sumisión actualmente. Creo firmemente que visibilizar las diversas perspectivas sobre la sumisión puede enriquecer considerablemente este blog, cuyo propósito es apoyar tanto a dominantes como a sumisos en el ámbito de la Dominación Femenina. Mi intención es dar voz a aquellos que buscan expresarse y compartir sus vivencias y reflexiones interesantes conmigo.
A continuación, presento una perspectiva sobre la sumisión que considero tan válida como cualquier otra, la cual nos permite distanciarnos de la imagen estereotipada y denigrante del sumiso que frecuentemente circula en las redes sociales. Deseo exponer las dudas, cuestionamientos y procesos de autoindagación de personas que exploran qué significa ser sumiso y qué motiva su sumisión, abordándolo desde un lugar de honestidad y, a veces, confusión.
¿Qué significa ser sumiso?
Reflexionando irónicamente, considero que dentro del espectro de la humillación podría encontrarse el deseo de ser sumiso sin conseguirlo plenamente. Esto nos lleva a un debate fundamental: ¿Qué significa realmente ser sumiso? ¿Es una actitud ante la vida, una manera de concebir las relaciones entre personas, ya sea en contextos temporales y espaciales específicos o de manera constante? Además, ¿qué implica lograr o no alcanzar la sumisión? ¿Es necesario el reconocimiento de la persona a la que se somete? ¿Importa si su presencia es física, virtual o incluso imaginaria?
«Tras vivir medio siglo, he decidido explorar y exponerme más allá de simplemente fantasear con base en lecturas y vídeos. Me comprometo a investigar los orígenes y la solidez de mis inclinaciones, intentando comprender qué resonancias despiertan en mí ciertos estímulos, como botas altas, el uso del cuero, o un peinado recogido, y por qué la visión de un automóvil de lujo conducido por una mujer, preferentemente mayor, desencadena en mi mente un guion casi involuntario lleno de sutileza y búsqueda de aprobación.
En esta exploración inicial, me encuentro principalmente con preguntas y consejos, intentando convertir instintos en razones y sensaciones en argumentos. El proceso de definir mis atracciones se siente como completar un formulario de inscripción, un desafío para alguien guiado más por la intuición que por normas establecidas.
Pese a las dudas, persisto en el debate y desarrollo un marco teórico sin experiencia práctica, enfrentándome a obstáculos burocráticos en cada intento de avanzar en este mundo. Aunque a veces pienso que no estoy hecho para esto, no estoy dispuesto a renunciar, ya que las dinámicas de pensamiento y las sensaciones subyacentes son irrefutables. Acepto el desafío como parte del proceso y las dificultades como pruebas que, una vez superadas, me prepararán mejor para este camino.
Ingreso en chats y páginas que me ofrecen nuevas perspectivas y creo un perfil en redes sociales para acercarme a quienes tienen experiencia en este ámbito, evitando caer en clichés y buscando genuinidad en mi expresión como sumiso.
Me fascinan los juegos mentales que generan tensión, aquellos que prometen una acción inminente que quizás nunca ocurra. Me capturan los procesos complejos que juegan con la realidad y lo que sabemos que ocurre detrás de escena. Y aún, con todo explorado, sueño con encontrar a una dominante que se deleite con mi aprendizaje y mi compromiso, alguien que encuentre excitación en mi evolución.
La búsqueda de complejidad y selectividad me define más de lo que admito. Aunque a veces me siento ansioso por agradar, comprendo que no cualquier atención es valiosa, sino solo aquella que electrifica.
Este camino de exploración y búsqueda es un viaje continuo de descubrimientos y desilusiones, de conversaciones que prometen mucho pero entregan poco. Acepto las expectativas frustradas, sabiendo que el proceso es, en gran medida, una creación propia. A pesar de ello, la desilusión es inevitable, pero me consuela saber que el viaje hacia la comprensión de mi sumisión sigue adelante. La persona más significativa que he encontrado en este camino es, irónicamente, un deseo imposible. Reconozco que habrá más interrogantes en el futuro, decisiones por tomar y posibilidades a las que renunciar o abrazar. Mientras tanto, persiste la pregunta esencial: ¿se nace sumiso o se hace uno a través del tiempo?»
La vocación por la sumisión sigue siendo una incógnita por resolver, no solo se trata de enfrentar los desafíos propios de identificar y satisfacer mis deseos, sino también de navegar las complejidades inherentes a las relaciones D/s. El balance entre mis intuiciones y las normas establecidas es delicado, y el riesgo de perder mi esencia en el proceso es real. Sin embargo, me centro en el deseo como mi guía, esperando que sea la clave que me permita superar mis limitaciones.
Y tú, ¿cómo lo sientes?